Fiestas 2004

SEMBLANZAS, PUERILIDADES Y RENUNCIAS

 

Se despiertan los sentidos apenas pisas tierras que tan bien conoces. Late más deprisa y alegre el corazón, cuando el pueblo divisas, y los ojos buscan febriles la casa, y a veces, y sin apenas poderlo remediar, exclamas como un niño; sí, mira, mírala, allá está.

Y nada más llegar, ya te entran las ganas de recorrer las calles, los rincones de siempre, esos que tantos recuerdos te traen, tesoros del alma, que pugnan por salir. Infancia aquí pasada, o aquí vivida, pasada a ratos, que tan feliz te hizo, con sus penas y todo.

Mañana irás a hollar los viejos caminos que tan bien conoces, a descubrir senderos casi borrados; lugares recónditos y bellos en donde desgranaste lo mejor de tu juventud y poner al día el pasado.

Y te entran ganas de ver enseguida a la gente, a tu gente, la de tu pueblo, y contarle, y preguntarle tantas cosas..., y a hacer mutuas promesas de que seguiremos queriendo más al pueblo, como a ti te gusta, a lo único que es nuestro y nadie nos puede negar, para que no se muera de pena.

Que a muchos se les nota un tanto estoicos, a pesar de que están entre los suyos, sus amigos, que son todos, pisando el solar común donde nacieron, donde jugaron, donde despertaron a la vida; donde tuvieron sueños, experimentaron pasiones, desarrollaron su espíritu. Aquí en donde a tantos les nacieron hijos, donde amaron y sufrieron, en donde dieron bienvenidas, abrazos y adioses a seres queridos.

Y es gozoso estrechar manos amigas, tropezarte cara a cara, a cada paso, en cualquier momento y lugar, con quien te dará los buenos días y te preguntará por algo más. Y repetirás mil preguntas, y te darán mil respuestas que ya conoces, pero que te encanta hacerlas y escucharlas. Y mil veces volverá la sonrisa a vuestras caras, que aquí, entre el amigo residente y el que llega, jamás se niega el qué tal y el hasta luego.

Que aquí se viene a tomar ánimos, a revivir recuerdos, y prende la prisa por volver a contar todo otra vez, aunque y se sepa; y recuerdas tu vida aquí pasada, por si mañana ya es tarde. Que no quede nada que no se sepa de ti y de tus amigos que antes fuisteis montón, y hasta desvelas secretillos con tanto celo guardados. Que demasiado tiempo duró el remordimiento por aquellas pequeñas maldades, que creíste grandes pecados. Cuentas cuando el maestro se quemó el labio, al encender el pitillo con un hierro calentado en la estufa y lo que nos reímos; cuando intentamos ahorcar al pobre gato de la tía Eiduviges; cuando nos meamos en la gorra del tío Pedorretas; cuando atábamos latas a la cola de los perros; cuando destruíamos nidos de pajarillos; cuando cogíamos manzanas del huerto del cura. Es un decir.

Que mañana, dentro de unas horas quizás, solo Dios sabe si podrás reconciliarte con tu gente, que con El ya lo estás desde hace tiempo. Que lo mismo llegan satisfacciones, que se acaba todo, los deseos, las promesas y sueños, las ilusiones. Y luego...

Que aquí te brindan un paraíso que nadie osará disputarte. Aunque muchos, con frecuencia, reducen los espacios al poyo, al umbral de la puerta, que convierten en su particular forma de rumiar los recuerdos. Se les ve, a veces, como un tanto ausentes, resignados. Y hasta se les oye decir alguna vez, "...sí, mía tú, qué hacemos ya aquí, si allí estamos muchismo bien..."

 

Pero también los hay que hacen promesa de volver aquí para siempre.

Y te entran ganas de preguntarles qué les dan allí, si están tan solos.

 

MORALEJA: La ciudad: Inmensas multitudes que producen soledad.

El pueblo: Soledad inmensa que hace multitud.   

Julián Sánchez