Si partimos de la Plaza o del Hortal, ascenderemos hacia
la iglesia y últimas casas del pueblo, donde éstas se entrelazan con las
primeras eras.
Sin dejar el camino y con el cementerio viejo
en el horizonte, iremos ascendiendo cruzando el carril que por El Morrón
nos lleva hacia Albarracín y Gea.
Alcanzado el cementerio, restaurado recientemente, contemplamos una de
las visiones más hermosas del Rodeno; formas caprichosamente labradas
por edades pasadas que han dejado en las rocas improntas de miles de
años, mezcladas con el pino rodeno resinado que parece querer adueñarse
de cada uno de sus rincones. Aquí y allá podemos ver formas rocosas,
grandes peñas con inmensos pinos en sus cimas, campos de cultivo
abancalados casi vueltos a su estado primigenio y un sinfín de rutas
para descubrir rincones insospechados. El olor a monte y el sonido
cadencioso del viento junto con el de algún animal que rompa el
silencio, es el mejor de los compañeros.
Si
queremos tomar la ruta más larga, partiremos del Barrio de Abajo
camino de
Las
Ramblas;
ascenderemos entre tierras de labor, en su mayor parte en proceso de
recolonización por el monte, desde donde tendremos una buena vista del
pueblo. Ya en el descenso, llegamos hasta el cruce, a la derecha nos
conduciría a la carretera de Teruel. Tomamos el opuesto introduciéndonos
en el pinar, dejando los huertos del Tio
Joto.
A la izquierda podemos salir arriba a las
Eneguillas Ondas.
Entre formaciones pétreas de rodeno con curiosas formas a ambos lados
del carril y pinos resinados en equilibrio vemos la
Umbría de la Ceja,
a la derecha sale la senda de la
Hoya Nigo.
En este punto, cortamos por las piezas del
Arenal, del tio Vicentón y Domingo
-aún en labor-, pasando éstas, hasta el
Barranco los Lobos;
aunque el paraje invita a seguir, dejémoslo para otro día; esa ruta es
mucho más larga. Volvemos sobre nuestros pasos hasta encontrar la vieja
senda que nos conducirá al Collado del
Arenal
y La Corellana,
donde también encontramos fincas de labor y chopos. Podremos contemplar
y ascender a las grandes peñas de rodeno
si lo deseamos, ver los centenarios pinos resinados, recuerdo de una
extinguida práctica que diera vida al pueblo; La resina. Subiremos
serpenteando por el camino empedrado, dejando a sus lados viejas
extracciones de arena usada para fregar y viendo en el horizonte la
visera de La Ceja;
el viejo cementerio y Covatorres nos mostrarán el pueblo a sus
pies. |